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EURÍPIDES ORESTES

EURÍPIDES TRAGEDIAS III HELENA FENICIAS ORESTES IFIGENIA EN ÁULIDE BACANTES RESO Asesor para la sección griega: CARLOS GARCÍA GUAL. Según las normas de la B. C. G., la traducción de este volumen ha sido revisada por ALFONSO MARTÍNEZ DÍEZ. EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 85, Madrid, 1998. Carlos García Gual ha traducido Fenicias, Orestes, Ifigenia en Áulide y Bacantes, y Luis Alberto de Cuenca y Prado, Helena y Reso. PRIMERA EDICIÓN, 1979. 2.ª REIMPRESIÓN. Depósito Legal: M. 17312-1998. ISBN 84-249-3504-7. Obra completa. ISBN 84-249-3526-8. Tomo III. Impreso en España. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A. Esteban Terradas, 12. Polígono Industrial. Leganés (Madrid), 1998. http://www.perseus.tufts.edu/hopper/collection?collection=perseus%3acorpus%3aperseus%2cgreek%20tragedy http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text;jsessionid=863d47527f8e5003d379b25149ec2094?doc=perseus%3atex t%3a1999.01.0115 http://webpages.ull.es/users/amarfer/trag/tragedias.html http://web.usal.es/~hvl/mitos/index.htm

INTRODUCCIÓN Cuando, al enfocar la evolución del teatro de Eurípides, se piensa en la crisis de los fundamentos míticos y en la pérdida del talante heroico de los personajes trágicos, vueltos «demasiado humanos», es el drama Orestes el ejemplo más claro que encontramos para mostrar cómo el análisis psicológico, el escepticismo religioso y la tendencia escénica a efectismos melodramáticos van a arruinar el sentido más hondo de la tragedia. La acusación de F. Nietzsche contra Eurípides como crítico corruptor y decadente tiene, aunque no en lo literal de sus ataques, una cierta dosis de razón. La amarga representación de un mundo donde la intervención divina resulta caprichosa y donde el triunfo está desligado de toda moralidad aboca a una visión pesimista de la existencia humana. En un magnífico artículo K. Reinhardt 1 subraya con claridad cómo este sentimiento del absurdo, de la falta de sentido en la acción humana, que se manifiesta en piezas como Electra y sobre todo Orestes, refleja la triste experiencia de una generación como la de Eurípides, que había sufrido los desastres de una larga guerra y la crisis de los valores tradicionales, que perdió la fe en los dioses y, con ello, el sentido de la existencia. Reinhardt cita unos versos del viejo trágico: «Tampoco los dioses a quienes llamamos sabios son más veraces que los fugaces sueños. Hay una gran confusión tanto en el mundo divino como en el humano.» (Lo dice Orestes en If. Táur. 570 y sigs.) Eurípides, que tantas veces critica la inmoral actuación de los dioses, a través de unos y otros personajes, insiste en estas últimas piezas en el sinsentido de estas fantasmales figuras heredadas del mito. Pero no son sólo las imágenes de los dioses las que se descomponen, sino que con ellos se resquebrajan los héroes, y los protagonistas de estos patéticos melodramas son sólo trasuntos de lo que fueron. Conservan sus nombres famosos, pero han perdido ya su valor para la acción noble, desconfiados en su destino y en su propia naturaleza. El contraste de estos indecisos y quejosos personajes con los héroes de Sófocles es harto revelador. En un margen de pocos años, desde la Electra (del 413) y la Ifigenia entre los Tauros (del 412) a esta tragedia (del 408), Eurípides presentó en escena tres veces a Orestes. En las tres tragedias al final aparece un deus ex machina para proporcionar una conclusión a la acción dramática. En contraste con el final feliz de la novelesca acción de la Ifigenia entre los Tauros, donde la peripecia se albergaba en un exótico paraje, en el Orestes encontramos al matricida vengador de Agamenón postrado y enloquecido. Las diosas de la venganza que, según la tradición mítica recogida ya por Esquilo, le perseguían implacables, las furiosas Euménides se han transformado, en las escenas iniciales de esta pieza, en un producto de la imaginación delirante de Orestes. Esta interiorización de las potencias represoras del crimen familiar es uno de los datos nuevos y más significativos de la obra. Mientras en la Orestía esquilea la presencia de los dioses es un factor constante, aquí sólo se evoca la orden de Apolo que ha llevado al triste Orestes a un crimen cuyo sentido no acierta a disculpar su propia conciencia. El propio Apolo vendrá al final de la tragedia a exponer una explicación ambigua y poco convincente. Pero, dejando a un lado a los dioses, qué caracteres humanos son los que nos ofrece Eurípides en este drama, que es básicamente el estudio de unas reacciones psicológicas de unos jóvenes asediados por los remordimientos y por la persecución de un pueblo hostil! En primer plano está Ores-tes, enfermo de terror 2, presa de alucinaciones, vacilante y casi moribundo durante la primera parte de la obra, que luego se reanima con la idea de un nuevo crimen, de una nueva venganza, ahora contra Agamenón, mediante el asesinato de Helena y luego de Hermíone. Las Erinias, que veía ante él durante la primera parte de la pieza, dejan de mostrársele cuando decide acometer un 1 En «Die Sinneskrise bei Euripides» (1953), recogido en Díe Krise des Helden, Múnich, 1962. (En trad. franc. en K. REINHARDT, Eschyle. Euripide, Paris, 1972.) 2 Sobre la importancia de la enfermedad como tema en la obra, puede verse el art. de W. D. SMITH, «Disease in Euripides' Orestes», Hermes XCV (1967).

nuevo asesinato. Tal vez, como sugiere un fino comentario, «porque han dejado de serle exteriores» 3. En todo caso, el Orestes vacilante y agotado del comienzo se reanima con un nuevo ímpetu criminal desde que, por sugerencia de Pílades, el cómplice leal a la amistad, pasa a la acción, no para defenderse de acusaciones anteriores, sino para vengarse. A su lado está Electra, solícita con su hermano, lastimera, llena de resentimiento hacia Helena, decidida a la matanza. Enfrentados a Electra y a Orestes se dibujan las figuras de Helena y de Menelao. Ambos regresan, tras larga ausencia, a Argos, con sus recelos y sus egoísmos, y no están dispuestos a arriesgar su dudosa fortuna por defender a los hijos de Agamenón. La escena del encuentro entre la bella Helena, que tras causar la funesta guerra regresa a disfrutar de la compañía de su hija en el palacio familiar, y su sobrina Electra, que ha gastado en la soledad largos años de juventud, está cargada de intenciones amargas. El diálogo de Orestes con Menelao resulta interrumpido por la aparición de Tindáreo, el padre de Helena y Clitemestra. Es uno de esos viejos supervivientes a la tragedia familiar que Eurípides gusta de introducir (como Peleo en Andrómaca, Alcmena en los Heraclidas, Yocasta en las Fenicias, o Cadmo en las Bacantes) para enfrentarlos a alguien más joven. Orestes siente vergüenza al ver avanzar hacia él al abuelo que le mimaba en su niñez y luego siente reparos en hablar ante él. Pero Tindáreo es un carácter frío, despiadado y legalista, que desea exigir la venganza más dura por el matricidio cometido en la muerte de su hija. Pero no por piedad hacia la adúltera Clitemestra, sino por una especie de odio amparado en la argumentación jurídica. Con él no valen argumentos sentimentales, y el debate entre el viejo espartano y su nieto recurre a consideraciones de tipo legal y político. Al final Tindáreo se marcha enfurecido, amenazando con su odio al irresoluto Menelao. En vano Orestes tratará de obtener la promesa de socorro por parte del hermano de su padre. Menelao es un probabilista que no quiere ponerse del lado del más débil y luego en la asamblea ni siquiera tomará la palabra para defenderle. (Es curioso que el nombre de Egisto, en relación con el intento de usurpación del trono, no es mencionado por Orestes en su defensa.) La escena deja un amargo regusto y nos prepara para el informe del viejo mensajero sobre la discusión en la asamblea, donde se decide la condena a muerte de los dos hermanos. La suerte está echada ya, y cuando parece avecinarse el final de la tragedia, surge un nuevo motivo dramático, al proponer Pílades tomar venganza de la ruin conducta de Menelao mediante el asesinato de Helena. Así pues, la acción toma un nuevo punto de arranque a partir de los versos 1098 y sigs. Se ha comentado repetidamente que, con este inesperado viraje de la trama, parece como si la tragedia estuviera compuesta de dos partes distintas, o como si se hubieran enlazado dos acciones dramáticas diferentes. Efectivamente esa es la impresión del lector. Los protagonistas, víctimas antes del acoso, pasan ahora a convertirse en perseguidores de unas nuevas víctimas: Helena y la inocente Hermíone. La respuesta de los perseguidos es feroz. La perspectiva de morir matando, la cruenta venganza, el holocausto del palacio familiar, hacen recobrar ánimos al alucinado Orestes. Toda esta segunda parte de la tragedia tiene un ritmo más rápido, un tanto febril, hasta la aparición final de Apolo, deus ex machina, que viene a proporcionar una solución «feliz» a una situación extrema. Esta segunda parte contiene en lo fundamental tres escenas: el diálogo entre los tres condenados a muerte puesto que Pílades asocia su destino al de los dos hermanos, el relato del frigio sobre el frustrado asesinato de Helena, y el chantaje a Menelao mediante el rapto y proyecto de degollación de Hermíone. Desde el punto del movimiento dramático puede decirse que la secuencia está bien conseguida. La escena del agitado canto del esclavo frigio resulta de un efecto espectacular. Y mucho más lo sería si pensamos en su acompañamiento musical, en el que el trágico introducía la nueva moda de la época, con un ritmo convulsivo adecuado a la frenética exposición del aterrorizado esclavo. A continuación de esta sorprendente escena, el diálogo entre Orestes y el frigio tiene algunos rasgos bufonescos. La agitación de lo melodramático y espectacular viene a suplir la falta de una verdadera tensión 3 M. DELCOURT, en Euripide. Théâtre complet, Paris, 1962, pág. 1114.

trágica. Desde ese punto de vista estas escenas son casi una parodia, casi una caricatura de la tragedia tradicional. Y el falso final feliz acentúa ese carácter de melodrama 4. Pero desde el punto de vista de la acción teatral no puede negarse que el dramaturgo sabe alcanzar algo más moderno, más movido que lo habitual en la escena trágica, con una brillantez y un dominio de las tablas admirables. Ya los críticos de la Antigüedad advirtieron la decadencia heroica de los personajes del Orestes. Aristóteles cita como «ejemplo de una maldad de carácter no necesaria» (parádeigma ponérías mèn ethous mé anankaias) al personaje Menelao de esta obra (en la Poética 1454 a). El anónimo autor del Argumento que se antepone tradicionalmente a esta tragedia, comenta que el drama es «pésimo por sus caracteres (cheíriston tóis éthesi). Pues, a excepción de Pílades todos son mezquinos (pháuloi)». Hemos aludido antes a este aspecto. Tal vez conviene resaltar que esas criticas no quieren denunciar la maldad de los caracteres, al modo en que puede decirse que es malvado Yago o Ricardo III en Shakespeare; lo que denuncian es su ruindad. Menelao es un villano, por cobardía, por torpeza, por ambición acaso 5. Orestes es mezquino, porque no conoce el sentido de lo heroico, porque no está ya sujeto a ningún destino trágico, sino que yerra dispuesto a cualquier nuevo crimen con tal de sobrevivir en un mundo sin valores. Helena, Electra, Tindáreo, no valen mucho más. Son personajes patéticos, sufrientes, pero sin grandeza moral. Sin magnanimidad. En cuanto al dios Apolo, que al final acude a remediar el caos y evitar la catástrofe, no queda por ello mejor parado. La ambigüedad de sus oráculos, la tardanza de su auxilio y lo precario de su solución quedan en evidencia. Orestes aparta el cuchillo del cuello de Hermíone para tomarla por esposa, Menelao le acepta como yerno, Pílades se casará con la solterona Electra, y de Tindáreo y el enfurecido pueblo de Argos no hay que preocuparse, al parecer. Sorprendente final de compromiso para una trama sorprendente. En la indecisión y el sentimiento de desamparo y soledad de Orestes se reflejan, como indica E. Buschor 6, la amargura interior y la inquietud espiritual de Eurípides, quien el mismo año de representación de la obra abandonaba Atenas, desilusionado, escéptico, dolorido. Esa perspectiva de un mundo mediocre, dominado por políticos de baja estofa, donde triunfa el egoísmo y la violencia es el recurso supremo 7, corresponde a la despedida del gran dramaturgo que tan mal se llevó con sus conciudadanos, cuyas reflexiones sobre los viejos mitos corroen la esencia de la antigua tragedia y orientan el teatro en nuevas direcciones. Desde la perspectiva de la acción dramática, notamos que la obra presenta un elevado número de personajes (10), casi tantos como Fenicias, y que abundan las escenas con tres dialogantes. En la escena final se reúnen un alto número de figuras: junto a Apolo, Orestes y Menelao, están presentes, como actores mudos, Helena (que aparece al lado de Apolo en la parte más alta del escenario), Electra, Hermíone y Pílades (al lado de Orestes en la terraza del palacio) y los guardias que escoltan a Menelao. Entre las escenas de gran efecto se encuentran la salida del frigio, que se descuelga por el muro, escapando por entre las metopas del frontón, y la aparición de Orestes y sus cómplices sobre el terrado con antorchas encendidas haciendo frente a Menelao con sus guardias. Como en la Helena, Eurípides ha sustituido los tradicionales cantos del coro, los stásima, por diálogos líricos en más de una ocasión. Con ello el coro se incorpora más a la acción, y participa en 4 La apreciación de esta obra varía mucho según los intérpretes de la misma. Un análisis de su composición muy interesante es el de A. P. BUR, en Catastrophe survived. Euripides' Plays of Mixed Reversaí, Oxford, 1971, caps. 8 y 9. Muy incisivo es el art. de W. BURKERT, «Die Absurdität der Gewalt und das Ende der Tragödie: Euripides' Orestes», en Antike und Abendland, 20 (1974), págs. 97-109. Una valoración más positiva del conjunto de la pieza puede verse, p. e., en el antiguo art. de G. PERROTTA, «L'unità dell' `Oreste' euripideo» (1928) recogido ahora en el vol. col. Euripide. Lecture critiche, ed. O. LONGO, Milán, 1976, págs. 178-200. Cf. además el art. de H. ERBSE, «Zum Orestes des Euripides», en Hermes (1975), págs. 434-459. 5 Una interpretación muy distinta de las figuras de Menelao y de Helena es la que ofrece PH. VELLACOTT en su libro Ironie Drama, A study of Euripídes' method and meaning, Cambridge, 1975, cap. 3. 6 En el «Nachwort» a su trad. al alemán de esta obra (1963), ahora editada en la serie bilingüe de «Tusculum, Eurípídes V, Darmastadt, 1977, págs. 361-362. 7 BURKERT llega a calificar la tragedia como «drama de gangsters», BUSCHOR habla de «obra maestra del cinismo», y no menos duro en su consideración de la brutalidad humana de los caracteres es, por citar a un critico literario no especializado en el teatro griego, B. VICKERS, en Towards Greek Tragedy, Londres, 1973.

ella, aunque sea un tanto marginal. Los cantos corales son cortos (el primer estásimo: 316-347, y el segundo: 807-843) y no tienen especial relieve. No sabemos qué éxito obtuvo la tragedia en su presentación. Cómo acogieron los atenienses esta versión tan heterodoxa sobre la contienda del matricida Orestes y sus Euménides? Fueron sensibles al deterioro de los caracteres heroicos de la saga de los Atridas? Estaban, sin duda, acostumbrados a las innovaciones de Eurípides, pero encontraron que el tono crítico y ácido colmaba ya la medida? Compartían en su mayoría el desencanto y la incredulidad y la desesperanza del autor? No lo sabremos nunca. Sí conocemos que fue luego, tras de la muerte del trágico, una de sus piezas de más éxito, de las más representadas y leídas. Con la Hécuba y las Fenicias formaba el trío de la selección bizantina, y tenemos numerosos escolios a su texto. En la fortuna de la obra influyeron su espectacularidad y su novedad dramática, sobre un tema tan conocido como el de su mito central. En esa predilección helenística y bizantina hacia este drama es dudoso hasta qué punto pesó lo atractivo de la técnica de composición y hasta qué punto el alejamiento de los viejos patrones trágicos no fue un reclamo más para los nuevos tiempos. Estructura del drama PRÓLOGO (1-140). Está formado por una exposición inicial de Electra, que informa sobre los antecedentes y la situación actual, a la manera un tanto típica de los prólogos de Eurípides, y un diálogo entre Electra y la recién llegada Helena. Monólogo y diálogo ocupan una extensión parecida: 70 versos cada uno. La entrada del Coro de mujeres de Argos se presenta con un diálogo lírico entre ellas y Electra, lo que sustituye al canto de la PÁRODO coral. Este diálogo (140-207) es rápido y, como el de los vv. 1246-1310, subraya la relación amistosa del coro hacia los hijos de Agamenón. EPISODIO 1. (208-315). Contiene el diálogo entre Orestes, al despertar de su sueño letárgico, y su veladora, Electra. Al final Orestes vuelve a caer en el delirio. En un corto ESTÁSIMO 1. (316-347) el Coro comenta la aparición de las Euménides y la ruina de la casa de Atreo. EPISODIO 2. (348-806). De notable extensión, comprende el encuentro de Menelao y Orestes, seguido de la llegada de Tindáreo (vv. 470 y sigs.). Entre Tindáreo y Orestes hay un duro agón. Tras la amenazadora despedida de Tindáreo, Orestes prosigue el dialogo con Menelao. Después de marcharse este, aparece Pílades. ESTÁSIMO 2. (807-843). El Coro lamenta de nuevo la fatalidad que pesa sobre la mansión de los Tantálidas y el horror del matricidio cometido. EPISODIO 3. (844-1245). Comprende dos largas escenas separadas por el lamento lirico de Electra (vv. 960-1012) en dialogo con el coro. La primera escena la ocupa el relato del campesino que hace de Mensajero sobre lo acontecido en la Asamblea. La segunda (vv. 1013-1245) la ocupa el dialogo entre Electra, Orestes y Pílades. Ya comentamos que la sugerencia de Pílades sobre la venganza da un nuevo rumbo a la acción. ESTÁSIMO 3. ( 1246-1310). Es un breve diálogo entre Electra y el CORO. Alternan el dialogo lírico con el recitado. EXODO (1311-1681). Es muy amplio y muy agitado. A una breve escena entre Electra y Hermione, sucede la espectacular aparición del Frigio, cuya monodia ocupa los vv. 1369 a 1502. Este aria pintoresca, frenética, acompañada seguramente de un aire musical apropiado a su contenido y a la métrica del mismo, de un ritmo muy vivo y cortado, con notas exóticas, es una sorprendente innovación del dramaturgo, atento siempre a las nuevas modas musicales. El relato del frigio corresponde al de un Mensajero, pero la sustitución del informador tradicional un tanto lejano a lo ocurrido por este trémulo eunuco que apenas escapa a la matanza colorea y da un nuevo carácter a lo que pudo ser una escena tópica. El siguiente dialogo entre Orestes y el esclavo (hasta el verso 1550) tiene un tono que bordea lo cómico.

Sigue luego la llegada de Menelao y los guardias ante el palacio y la aparición de Orestes y sus acompañantes en la terraza del mismo. El dialogo violento entre ambos lo interrumpe la aparición del deus ex machina, Apolo (w. 1625 y sigs.), que aporta la conclusión al conflicto. Como se observa en una mera lectura de este análisis, el papel del Coro esta limitadísimo en esta pieza. Solo hay dos cantos continuados del mismo, el estásimo I y el III, por lo demás muy breves. Otros cantos corales han sido sustituidos por diálogos liricos con Electra (la párodos y el III estásimo). Y el aria más larga y más interesante desde la perspectiva métrica y musical la ejecuta el actor que hace el papel del Frigio. NOTA BIBLIOGRÁFICA Como en las demás tragedias, seguimos el texto de G. MURRAY con las variantes que advertimos a continuación. Nos ha sido muy útil la edición del texto y el comentario de V. Di BENEDETTO, Euripides. Orestes, Florencia, 1965. Existe otro comentario moderno a la obra, el de W. BIEHL, Euripides Orestes, Berlín, 1965. VARIANTES TEXTUALES

VARIANTES TEXTUALES

ARGUMENTO Orestes, vengando el asesinato de su padre, mató a Egisto y a Clitemestra. Por haber osado matar a su madre al instante sufrió su castigo, enloqueciendo. Sosteniendo Tindáreo, el padre de la muerta, la acusación contra él, iban los argivos a emitir el voto colectivo sobre lo que debía sufrir como reo de impiedad. Por una casualidad Menelao, de regreso de su viaje, había desembarcado a Helena de noche, y durante el día llegó él en persona. Y, aunque le imploró Orestes que le socorriera, al hablar en contra Tindáreo, él más bien se negó por cautela. Una vez que fueron pronunciados los discursos ante la muchedumbre, el pueblo se dejó llevar a condenar a muerte a Orestes... anunciándole que debía abandonar la vida. Estando en su compañía Pílades, amigo suyo, les aconsejó que antes tomaran venganza de Menelao, dando muerte a Helena. Así pues, cuando avanzaban con este propósito se vieron frustrados de su empeño, porque los dioses arrebataron a Helena. Pero Electra, en cuanto se presentó Hermíone, la entregó en sus manos. Y ellos se preparaban, a matarla. Acudiendo Menelao, al verse despojado por ellos a la vez de su mujer y de su hija, se disponía a arrasar el palacio real; pero ellos, toinando la delantera, amenazaron con pegarle fuego. Apareciéndose Apolo dijo que Helena se había ido con los dioses, le ordenó a Orestes tomar como esposa a Hermíone y a Pílades fundar una familia con Electra, y una vez purificado del crimen ejercer el poder en Argos. ARGUMENTO DEL GRAMÁTICO ARISTÓFANES Orestes, que está aterrorizado a causa del asesinato de su madre a la vez que por las Erinias, y condenado a muerte por los argivos, al ir a matar a Helena y a Hermione por el hecho de que Menelao, estando presente, no le socorrió, se ve impedido por Apolo. El tema no se encuentra en ningún autor. La escena del drama sucede en Argos. El coro está compuesto por mujeres argivas, jóvenes de la edad de Electra, que acuden a informarse sobre la desgracia de Orestes. Recita el prólogo Electra. El drama ofrece un final más bien cómico. La presentación del drama es la siguiente. Ante el palacio de Agamenón yace Orestes enfermo, acostado a causa de su locura, sobre un lecho pequeño a cuyos pies está sentada Electra. Se discute que por qué motivo no está sentada junto a su cabeza. Pues así parecería que cuidaba más de su hermano, estando sentada más cerca. Parece entonces que el poeta lo dispuso así por causa del coro. Pues Orestes se habría despertado, dormido poco antes y a duras penas, de presentarse más de cerca las mujeres que forman el coro. Eso se puede deducir de lo que dice Electra: «Silencio, silencio, suave el paso de tu calzado.» Es verosímil que ese sea el motivo de tal disposición. El drama es de los afamados por su acción escénica, pero muy malo por sus caracteres. Porque, a excepción de Pílades, todos son ruines.

Texto griego: Euripides. Euripidis Fabulae, vol. 3. Gilbert Murray. Oxford. Clarendon Press, Oxford. 1913. The Annenberg CPB/Project provided support for entering this text. http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text;jsessionid=863d47527f8e5003d379b25149ec2094? doc=perseus%3atext%3a1999.01.0115 PERSONAJES Ὀρέστης Μενέλαος Τυνδάρεως Πυλάδης Ἄγγελος Ερμιόνη Φρύξ Ἀπόλλων ELECTRA. HELENA. CORO. ORESTES. MENELAO. TINDÁREO. PÍLADES. MENSAJERO. HERMÍONE. FRIGIO. APOLO. (De la puerta central del palacio sale a escena Electra; luego, unos esclavos que llevan un lecho donde yace Orestes. Lo depositan junto a ella, y se van. Electra se inclina sobre él, observando preocupada su sueño, y lo cubre solícitamente con las ropas. A continuación se dirige al auditorio y recita el prólogo.) PRÓLOGO (1-140). Οὐκ ἔστιν οὐδὲν δεινὸν ὧδ εἰπεῖν ἔπος οὐδὲ πάθος οὐδὲ ξυμφορὰ θεήλατος, ἧς οὐκ ἂν ἄραιτ ἄχθος ἀνθρώπου φύσις. ὁ γὰρ μακάριος κοὐκ ὀνειδίζω τύχας Διὸς πεφυκώς, ὡς λέγουσι, Τάνταλος 5 κορυφῆς ὑπερτέλλοντα δειμαίνων πέτρον ἀέρι ποτᾶται: καὶ τίνει ταύτην δίκην, ὡς μὲν λέγουσιν, ὅτι θεοῖς ἄνθρωπος ὢν ELECTRA. No hay palabra ninguna tan terrible de decir, ni sufrimiento ni desdicha impulsada por los dioses, cuya carga no venga a abrumar a la naturaleza humana. Aquel bienaventurado y no le echo en cara su fortuna, 5 nacido de Zeus, según dicen, Tántalo, revolotea por el aire aterrorizado por la roca que sobre su cabeza se alza 1. Y expía tal pena, según dicen, porque siendo un hombre, que con los dioses compartía la dignidad de 1 Como ejemplo ilustrativo de la sentencia general con que ha iniciado el prólogo, Electra alude a la genealogía de la familia. Como en otros pasajes semejantes cf. el prólogo de Fenicias, Eurípides introduce algún que otro detalle novedoso. No sabemos por ningún otro autor que Tántalo descienda de Zeus, y resulta curioso que tres versos después califique de «hombre» a este «hijo de Zeus». Por lo demás, la versión del castigo, así como de la falta, de Tántalo presentan rasgos nuevos. Así «la roca que sobre su cabeza se alza» parece una alusión al sol, identificado por Anaxágoras con una masa de tierra candente. En los vv. 982 y sigs. se insiste de nuevo en este detalle. Sobre la relación de esta presentación de Tántalo y Anaxágoras, remito a las notas ad loc. de DI BENEDETTO, o. c., págs. 7-8 y 195-6.

κοινῆς τραπέζης ἀξίωμ ἔχων ἴσον, ἀκόλαστον ἔσχε γλῶσσαν, αἰσχίστην νόσον. 10 οὗτος φυτεύει Πέλοπα, τοῦ δ Ἀτρεὺς ἔφυ, ᾧ στέμματα ξήνασ ἐπέκλωσεν θεὰ ἔριν, Θυέστῃ πόλεμον ὄντι συγγόνῳ θέσθαι. τί τἄρρητ ἀναμετρήσασθαί με δεῖ; ἔδαισε δ οὖν νιν τέκν ἀποκτείνας Ἀτρεύς. 15 Ἀτρέως δέ: τὰς γὰρ ἐν μέσῳ σιγῶ τύχας: ὁ κλεινός, εἰ δὴ κλεινός, Ἀγαμέμνων ἔφυ Μενέλεώς τε Κρήσσης μητρὸς Ἀερόπης ἄπο. γαμεῖ δ ὃ μὲν δὴ τὴν θεοῖς στυγουμένην Μενέλαος ν, ὃ δὲ Κλυταιμήστρας λέχος 20 ἐπίσημον εἰς Ἕλληνας Ἀγαμέμνων ἄναξ: ᾧ παρθένοι μὲν τρεῖς ἔφυμεν ἐκ μιᾶς, Χρυσόθεμις Ἰφιγένειά τ τ ἐγώ, ἄρσην δ Ὀρέστης, μητρὸς ἀνοσιωτάτης, ἣ πόσιν ἀπείρῳ περιβαλοῦσ ὑφάσματι 25 ἔκτεινεν: ὧν δ ἕκατι, παρθένῳ λέγειν οὐ καλόν: ἐῶ τοῦτ ἀσαφὲς ἐν κοινῷ σκοπεῖν. Φοίβου δ ἀδικίαν μὲν τί δεῖ κατηγορεῖν; πείθει δ Ὀρέστην μητέρ ἥ σφ ἐγείνατο κτεῖναι, πρὸς οὐχ ἅπαντας εὔκλειαν φέρον. 30 ὅμως δ ἀπέκτειν οὐκ ἀπειθήσας θεῷ: κἀγὼ μετέσχον, οἷα δὴ γυνή, φόνου. Πυλάδης θ, ὃς ἡμῖν συγκατείργασται τάδε. ντεῦθεν ἀγρίᾳ συντακεὶς νόσῳ νοσεῖ τλήμων Ὀρέστης ὅδε πεσὼν ἐν δεμνίοις 35 κεῖται, τὸ μητρὸς δ αἷμά νιν τροχηλατεῖ μανίαισιν: ὀνομάζειν γὰρ αἰδοῦμαι θεὰς εὐμενίδας, αἳ τόνδ ἐξαμιλλῶνται φόβῳ. ἕκτον δὲ δὴ τόδ ἦμαρ ἐξ ὅτου σφαγαῖς θανοῦσα μήτηρ πυρὶ καθήγνισται δέμας, 40 ὧν οὔτε σῖτα διὰ δέρης ἐδέξατο, οὐ λούτρ ἔδωκε χρωτί: χλανιδίων δ ἔσω κρυφθείς, ὅταν μὲν σῶμα κουφισθῇ νόσου, ἔμφρων δακρύει, ποτὲ δὲ δεμνίων ἄπο πηδᾷ δρομαῖος, πῶλος ὣς ὑπὸ ζυγοῦ. 45 ἔδοξε δ Ἄργει τῷδε μήθ ἡμᾶς στέγαις, una mesa común, 10 tuvo una lengua desenfrenada, vicio infamantísimo. Ése engendró a Pélope, del que nació Atreo, para quien, tejiendo las hebras de lana, urdió la diosa Discordia 2 que trabara pelea con Tiestes, que era su hermano. Para qué voy yo a enumerar de nuevo lo indecible? 15 En fin, Atreo mató a sus hijos y se los sirvió en un convite. De Atreo silencio los infortunios intermedios nació el glorioso, si es que glorioso fue, Agamenón, y Menelao, de una madre cretense, de Aérope. 20 Menelao desposó a Helena, aborrecida de los dioses 3, y el soberano Agamenón celebró un matrimonio, memorable para los griegos, con Clitemestra. De ésta le nacieron tres hijas: Crisótemis, Ifigenia, y yo, Electra, y un varón, Orestes; hijos de una madre criminalísima que, 25 después de envolver a su esposo en una red inextricable, lo asesinó. Sus motivos no es decente para una doncella exponerlos. Dejo eso sin precisar para averiguaciones de la gente. En cuanto a la justicia de Febo, de qué debo acusarle? Persuade a Orestes a dar muerte a la madre que le dio el ser, 30 lo que no le atrae la alabanza de todos. Con todo, él la mató por no desobedecer al dios. Y yo participé, en cuanto puede una mujer, del asesinato. Y Pílades, quien con nosotros ha colaborado en estos hechos 4. Desde entonces, aquejado por una feroz enfermedad, 35 se consume el desgraciado Orestes. Aquí yace tendido sobre el lecho y la sangre de su madre lo transporta vertiginosamente en ataques de locura. Pues no me atrevo a nombrar a las diosas [Euménides que rivalizan en aterrorizarlo] 5. Éste es ya el sexto día 40 desde que murió mi madre a golpes de espada y su cuerpo quedó purificado por el fuego. Durante estos días no ha admitido alimentos por su garganta, no ha bañado su piel. Oculto bajo los mantos llora, cuando la enfermedad alivia su opresión y recobra la razón, pero otras veces salta del lecho 45 y echa a correr, como un potro que huye del yugo. Y este pueblo de Argos ha decretado que nosotros, por 2 Acepto la variante del texto Eris, recogida por un escolio. La Discordia, personificada, es vista como una Parca que hila fatalmente, con unas simbólicas hebras de lana, las desgracias de los Pelópidas. 3 Es Electra quien piensa que los dioses deben aborrecer a Helena. La conclusión de su vida mostrará que no es así. 4 La gran mayoría de los editores consideran espuria esta referencia a Pílades, y secluyen este verso (33). Sin embargo, dada la importancia que Eurípides le concede en esta pieza, nos parece muy oportuno y significativo que Electra lo asocie ya aquí al crimen y al destino de los Atridas. 5 Que Electra nombre a las diosas tras decir que no se atreve a hacerlo es incongruente. Por ello la mayoria de editores atetizan este verso. G. Murray recurre a otro expediente: considerar eumenídas como un mero adjetivo y no una denominación propia. De modo que lo escribe con minúsculas. Pero, del mismo modo que los textos antiguos no conocían la oposición entre dos tipos de letras, también es claro que el adjetivo nombraba a unas diosas muy concretas, y no se diferenciaba en este uso de un nombre propio, por lo que tal solución es inválida

μὴ πυρὶ δέχεσθαι, μήτε προσφωνεῖν τινα μητροκτονοῦντας: κυρία δ ἥδ ἡμέρα, ἐν ᾗ διοίσει ψῆφον Ἀργείων πόλις, εἰ χρὴ θανεῖν νὼ λευσίμῳ πετρώματι. 50 ἢ φάσγανον θήξαντ ἐπ αὐχένος βαλεῖν. ἐλπίδα δὲ δή τιν ἔχομεν ὥστε μὴ θανεῖν: ἥκει γὰρ ἐς γῆν Μενέλεως Τροίας ἄπο, λιμένα δὲ Ναυπλίειον ἐκπληρῶν πλάτῃ ἀκταῖσιν ὁρμεῖ, δαρὸν ἐκ Τροίας χρόνον 55 ἄλαισι πλαγχθείς: τὴν δὲ δὴ πολύστονον ν, φυλάξας νύκτα, μή τις εἰσιδὼν μεθ ἡμέραν στείχουσαν, ὧν ὑπ Ἰλίῳ παῖδες τεθνᾶσιν, ἐς πέτρων ἔλθῃ βολάς, προύπεμψεν ἐς δῶμ ἡμέτερον: ἔστιν δ ἔσω 60 κλαίουσ ἀδελφὴν συμφοράν τε δωμάτων. ἔχει δὲ δή τιν ἀλγέων παραψυχήν: ἣν γὰρ κατ οἴκους ἔλιφ, ὅτ ἐς Τροίαν ἔπλει, παρθένον ἐμῇ τε μητρὶ παρέδωκεν τρέφειν Μενέλαος ἀγαγὼν Ἑρμιόνην Σπάρτης ἄπο, 65 ταύτῃ γέγηθε κἀπιλήθεται κακῶν. βλέπω δὲ πᾶσαν εἰς ὁδόν, πότ ὄψομαι Μενέλαον ἥκονθ : ὡς τά γ ἄλλ ἐπ ἀσθενοῦς ῥώμης ὀχούμεθ, ἤν τι μὴ κείνου πάρα σωθῶμεν. ἄπορον χρῆμα δυστυχῶν δόμος. 70 ὦ παῖ Κλυταιμήστρας τε καὶ Ἀγαμέμνονος, παρθένε μακρὸν δὴ μῆκος χρόνου, πῶς, ὦ τάλαινα, σύ τε κασίγνητός τε σὸς τλήμων Ὀρέστης μητρὸς ὅδε φονεὺς ἔχει; προσφθέγμασιν γὰρ οὐ μιαίνομαι σέθεν, 75 ἐς Φοῖβον ἀναφέρουσα τὴν ἁμαρτίαν. καίτοι στένω γε τὸν Κλυταιμήστρας μόρον, ἐμῆς ἀδελφῆς, ἥν, ἐπεὶ πρὸς Ἴλιον ἔπλευσ ὅπως ἔπλευσα θεομανεῖ πότμῳ, οὐκ εἶδον, ἀπολειφθεῖσα δ αἰάζω τύχας. 80 inatricidas, no nos acojamos bajo sus techos ni junto a su fuego y que nadie nos dirija la palabra. Éste de hoy es el día decisivo, en el cual emitirá su voto la ciudad de los argivos, 50 sobre si debemos morir los dos en el suplicio de la lapidación [o si nos hincaremos en el cuello un afilado puñal]. Pero tenemos ya alguna esperanza de escapar a la muerte. Porque Menelao ha llegado a esta tierra desde Troya, y llenando con su flota el puerto de Nauplia arriba a sus orillas, 55 tras de haber vagado con rumbo errante desde Troya por tan largo tiempo. A Helena, la que motivó tantos llantos, durante la noche, por precaución de que de día la viera pasar alguien cuyos hijos hayan muerto al pie de Ilión y llegara a arrojarla piedras, la envió por delante a nuestra casa. 60 Está dentro, llorando por su hermana y la ruina de la familia. Pero tiene aún un consuelo a sus dolores. Porque la niña que abandonó en su palacio cuando se marchó navegando hacia Troya, y que 65 dio a criar a mi madre, Hermíone, la ha traído Agamenón de Esparta, y en su compañía se alegra y se olvida de sus males. Oteo el camino todo a lo largo. Cuándo voy a ver llegar a Menelao? En lo demás contamos con un débil apoyo, en caso de que no nos salvemos con su intervención. 70 Triste destino, una casa que la desdicha agobia! (Sale Helena.) HELENA. Hija de Clitemestra y de Agamenón, Electra, doncella aún después de tan largo plazo de tiempo! Cómo, desgraciada, tú, y tu hermano, [el miserable Orestes, el asesino de su madre], estáis aquí? 75 No voy a mancharme con tus palabras de respuesta, ya que atribuyo a Febo el delito 6. No obstante, lamento el destino de Clitemestra, de mi hermana, a la que no vi desde que navegué, del modo en que navegué, hacia Ilión en un fatal arrebato de locura; 80 y después de haberla abandonado gimo su infortunio., τί σοι λέγοιμ ἂν ἅ γε παροῦσ ὁρᾷς; ἐν συμφοραῖσι τὸν Ἀγαμέμνονος δόμον ἐγὼ μὲν ἄυπνος πάρεδρος ἀθλίῳ νεκρῷ ELECTRA. Helena, qué puedo decirte de lo que ante ti ves? [Postrada entre desgracias ves a la estirpe de Agamenón.] Yo, insomne acompañante, estoy 6 Helena se refiere a la creencia griega según la cual el dirigir la palabra, e incluso el mirar, a un criminal podía producir un contagio de su miasma, es decir, de la mancha religiosa en que había incurrido. Por eso la obligación de purificarse era urgente tras incurrir en un delito de sangre.

νεκρὸς γὰρ οὗτος οὕνεκα σμικρᾶς πνοῆς θάσσω: τὰ τούτου δ οὐκ ὀνειδίζω κακά. 85 σὺ δ εἶ μακαρία μακάριός θ ὁ σὸς πόσις. ἥκετον ἐφ ἡμᾶς ἀθλίως πεπραγότας sentada junto a este desdichado cadáver que es un difunto a juzgar por su débil aliento, 85 y no le echo en cara sus penalidades. Tú, en cambio, eres feliz, y feliz tu esposo! Llegáis hasta nosotros cuando estamos en una mísera situación. πόσον χρόνον δ ἐν δεμνίοις πέπτωχ ὅδε; HELENA. Cuánto tiempo lleva éste tumbado en el lecho? ἐξ οὗπερ αἷμα γενέθλιον κατήνυσεν. ELECTRA. Desde que derramó la sangre familiar. ὢ μέλεος: ἡ τεκοῦσά θ, ὡς διώλετο. 90 90 HELENA. Ah, infeliz! Y la que le dio a luz, qué modo de morir! οὕτως ἔχει τάδ, ὥστ ἀπείρηκεν κακοῖς. ELECTRA. De tal modo están las cosas, que se ha abandonado a sus desgracias. πρὸς θεῶν, πίθοι ἂν δῆτά μοί τι, παρθένε; HELENA. Por los dioses me harías ahora un favor, muchacha? ὡς ἄσχολός γε συγγόνου προσεδρίᾳ. ELECTRA. En cuanto lo permita mi ocupación de velar a la cabecera de mi hermano. βούλῃ τάφον μοι πρὸς κασιγνήτης μολεῖν; HELENA. Quieres ir por mí a la tumba de mi hermana? μητρὸς κελεύεις τῆς ἐμῆς; τίνος χάριν; 95 95 ELECTRA. A la de mi madre, me pides?.con que fin?

κόμης ἀπαρχὰς καὶ χοὰς φέρουσ ἐμάς. HELENA. A llevarla mechones de mis cabellos y libaciones fúnebres. σοὶ δ οὐχὶ θεμιτὸν πρὸς φίλων στείχειν τάφον; ELECTRA. A ti no te está permitido encaminarte a la tumba de tus familiares? δεῖξαι γὰρ Ἀργείοισι σῶμ αἰσχύνομαι. HELENA. Es que me da vergüenza mostrar mi persona a los argivos. ὀψέ γε φρονεῖς εὖ, τότε λιποῦσ αἰσχρῶς δόμους. ELECTRA. Tarde piensas con sensatez, después que abandonaste vergonzosamente tu hogar. ὀρθῶς ἔλεξας, οὐ φίλως δ ἐμοὶ λέγεις. 100 l00 HELENA. Tienes razón en lo que dices, pero lo dices sin benevolencia hacia mí. αἰδὼς δὲ δὴ τίς σ ἐς Μυκηναίους ἔχει; HELENA. Temo a los padres de los que murieron al pie de Ilión. δέδοικα πατέρας τῶν ὑπ Ἰλίῳ νεκρῶν. ELECTRA. Terrible es, en efecto. En Argos tu nombre va de boca en boca como un grito de rabia. δεινὸν γάρ: Ἄργει τ ἀναβοᾷ διὰ στόμα. ELECTRA. Qué vergüenza te retiene ahora ante las gentes de Micenas? σύ νυν χάριν μοι τὸν φόβον λύσασα δός. HELENA. Hazme tú ahora el favor y líbrame de temores.

οὐκ ἂν δυναίμην μητρὸς ἐσβλέψαι τάφον. 105 105 ELECTRA. No seria capaz de mirar de frente la tumba de mi madre. αἰσχρόν γε μέντοι προσπόλους φέρειν τάδε. HELENA. Es que sería vergonzoso que unas criadas le llevaran mis ofrendas. τί δ οὐχὶ θυγατρὸς Ἑρμιόνης πέμπεις δέμας; ELECTRA. Por qué no envías a tu hija Hermíone? ἐς ὄχλον ἕρπειν παρθένοισιν οὐ καλόν. HELENA. No está bien que las doncellas vayan entre la gente. καὶ μὴν τίνοι γ ἂν τῇ τεθνηκυίᾳ τροφάς. ELECTRA. Pero así pagaría los desvelos por su crianza a la muerta. ὀρθῶς ἔλεξας, πείθομαί τέ σοι, κόρη. 110 καὶ πέμψομέν γε θυγατέρ : εὖ γάρ τοι λέγεις. ὦ τέκνον, ἔξελθ, Ἑρμιόνη, δόμων πάρος καὶ λαβὲ χοὰς τάσδ ἐν χεροῖν κόμας τ ἐμάς: ἐλθοῦσα δ ἀμφὶ τὸν Κλυταιμήστρας τάφον μελίκρατ ἄφες γάλακτος οἰνωπόν τ ἄχνην, 115 καὶ στᾶσ ἐπ ἄκρου χώματος λέξον τάδε: σ ἀδελφὴ ταῖσδε δωρεῖται χοαῖς, φόβῳ προσελθεῖν μνῆμα σόν, ταρβοῦσά τε Ἀργεῖον ὄχλον. πρευμενῆ δ ἄνωγέ νιν ἐμοί τε καὶ σοὶ καὶ πόσει γνώμην ἔχειν 120 τοῖν τ ἀθλίοιν τοῖνδ, οὓς ἀπώλεσεν θεός. ἃ δ εἰς ἀδελφὴν καιρὸς ἐκπονεῖν ἐμέ, ἅπανθ ὑπισχνοῦ νερτέρων δωρήματα. ἴθ, ὦ τέκνον μοι, σπεῦδε καὶ χοὰς τάφῳ δοῦσ ὡς τάχιστα τῆς πάλιν μέμνησ ὁδοῦ. 125 110 HELENA. Has hablado bien, y te hago caso, joven. [Enviaremos entonces ami hija. Tienes razón, desde luego.] Hija, Hermíone, sal del palacio, y toma en tus manos estas libaciones y estos cabellos míos! (Sale Hermíone.) Ve junto a la tumba de Clitemestra, 115 derrama miel mezclada con leche y la espuma del vino, y erguida sobre lo alto del túmulo di estas palabras: «Tu hermana Helena te obsequia con estas libaciones, y no se atreve a presentarse ante tu tumba, por miedo a la muchedumbre de Argos»! Ruégale que tenga su ánimo bien dispuesto 120 para mí, y para ti, y para mi esposo, y para estos desgraciados a los que un dios condenó. Prométele todas las ofrendas fúnebres que para una hermana es oportuno que yo disponga. Ve, hija mía, apresúrate y, después de verter las libaciones en su sepulcro, 125 acuérdate de regresar lo antes posible! (Salen de escena Helena, que se retira hacia el interior del palacio, y Hermíone, que va a llevar las

ofrendas fúnebres.) ὦ φύσις, ἐν ἀνθρώποισιν ὡς μέγ εἶ κακόν, σωτήριόν τε τοῖς καλῶς κεκτημένοις. εἴδετε παρ ἄκρας ὡς ἀπέθρισεν τρίχας, σῴζουσα κάλλος; ἔστι δ ἡ πάλαι γυνή. θεοί σε μισήσειαν, ὥς μ ἀπώλεσας 130 καὶ τόνδε πᾶσάν θ Ἑλλάδα. ὦ τάλαιν ἐγώ: αἵδ αὖ πάρεισι τοῖς ἐμοῖς θρηνήμασι φίλαι ξυνῳδοί: τάχα μεταστήσουσ ὕπνου τόνδ ἡσυχάζοντ, ὄμμα δ ἐκτήξουσ ἐμὸν δακρύοις, ἀδελφὸν ὅταν ὁρῶ μεμηνότα. 135 ὦ φίλταται γυναῖκες, ἡσύχῳ ποδὶ χωρεῖτε, μὴ ψοφεῖτε, μηδ ἔστω κτύπος. φιλία γὰρ ἡ σὴ πρευμενὴς μέν, ἀλλ ἐμοὶ τόνδ ἐξεγεῖραι συμφορὰ γενήσεται. ELECTRA. Ah, naturaleza, qué gran mal eres para las personas! [ Y un buen refugio para quienes te consiguen digna!] Ves cómo ha cortado sus cabellos sólo por las puntas, por conservar su belleza? Es la misma mujer de antes. 130 Ojalá te odien los dioses por habernos perdido, a mí y a éste y a toda Grecia! Ay, triste de mí! Ahí están de nuevo mis amigas, que unirán su voz a la mía para entonar mis lamentos. Quizá van a sacar de su sueño a éste que reposa tranquilo, y recubrirán 135 de lágrimas mis ojos, al contemplar a mi hermano enloquecido. [ Ah, queridísimas mujeres, avanzad con pie silencioso, no alborotéis, no haya ruido! Vuestra amistad me es muy grata, pero será una desdicha si éste se despierta] 7. σῖγα σῖγα, λεπτὸν ἴχνος ἀρβύλης 140 τίθετε, μὴ κτυπεῖτ. ἀποπρὸ βᾶτ ἐκεῖσ, ἀποπρό μοι κοίτας. CORO. Estrofa 1.ª 140 Silencio, silencio! Posad suave el paso de la sandalia, no hagáis ruido! PÁRODO coral. Diálogo (140-207) ELECTRA. Retiraros de ahí, por favor, apartaos del lecho! ἰδού, πείθομαι. CORO. Ya ves, obedezco. ἆ ἆ σύριγγος ὅπως πνοὰ 145 λεπτοῦ δόνακος, ὦ φίλα, φώνει μοι. 145 ELECTRA. Ay, ay! Como un soplo de flauta de tenue caña, háblame, amiga. ἴδ, ἀτρεμαῖον ὡς ὑπόροφον φέρω βοάν. CORO. Mira, doy mi voz en apagado susurro como bajo un techo. 7 El motivo de excluir estos cuatro versos, atetizados por Wilamowitz, es que son una repetición superflua de los siguientes.

ναί, οὕτως: κάταγε κάταγε, πρόσιθ ἀτρέμας, ἀτρέμας ἴθι: λόγον ἀπόδος ἐφ ὅ τι χρέος ἐμόλετέ ποτε. 150 χρόνια γὰρ πεσὼν ὅδ εὐνάζεται. ELECTRA. Sí, así. Baja la voz, bájala; avanza lentamente, avanza lentamente! 150 Explícame qué urgencia os hace venir en este momento. Hace un rato que él se tumbó y ahora descansa en el lecho. πῶς ἔχει; λόγου μετάδος, ὦ φίλα: τίνα τύχαν εἴπω; τίνα δὲ συμφοράν; Antístrofa 1.ª CORO. Cómo está? Comunícanoslo, querida. ἔτι μὲν ἐμπνέει, βραχὺ δ ἀναστένει. 155 155 ELECTRA. Qué suerte diré, o qué desgracia? Aún respira, pero es un breve gemido. τί φῄς; ὦ τάλας. CORO. Qué dices? Desdichado! ὀλεῖς, εἰ βλέφαρα κινήσεις ὕπνου γλυκυτάταν φερομένῳ χάριν. ELECTRA. Le perderás, si agitas sus párpados, cuando cosecha la gracia dulcísima del sueño. μέλεος ἐχθίστων θεόθεν ἐργμάτων, 160 τάλας. 160 CORO. Atormentado a causa de los odiosos impulsos de la divinidad, desdichado! φεῦ μόχθων. ἄδικος ἄδικα τότ ἄρ ἔλακεν ἔλακεν, ἀπόφονον ὅτ ἐπὶ τρίποδι Θέμιδος ἄρ ἐδίκασε φόνον ὁ Λοξίας ἐμᾶς ματέρος. 165 ELECTRA. Ay, qué penas! Injusto, órdenes injustas entonces voceó y voceó, cuando sobre el trípode de Temis 165 sentenció Loxias la muerte criminal de mi madre. ὁρᾷς; ἐν πέπλοισι κινεῖ δέμας. Estrofa 2.ª CORO. Lo ves? Agita su cuerpo entre los mantos.

σὺ γάρ νιν, ὦ τάλαινα, θωΰξασ ἔβαλες ἐξ ὕπνου. ELECTRA. Es que tú, desgraciada, al chillar le has sacado del sueño. εὕδειν μὲν οὖν ἔδοξα. CORO. Creí que dormía. οὐκ ἀφ ἡμῶν, οὐκ ἀπ οἴκων 170 πάλιν ἀνὰ πόδα σὸν εἱλίξεις μεθεμένα κτύπου; 170 ELECTRA. No irás a agitar tu pie lejos de nosotros y de esta casa, acallando el ruido? ὑπνώσσει. CORO. Está aletargado de sueño. λέγεις εὖ. ELECTRA. Es cierto. πότνια, πότνια νύξ, ὑπνοδότειρα τῶν πολυπόνων βροτῶν, 175 ἐρεβόθεν ἴθι, μόλε μόλε κατάπτερος τὸν Ἀγαμεμνόνιον ἐπὶ δόμον. ὑπὸ γὰρ ἀλγέων ὑπό τε συμφορᾶς 180 διοιχόμεθ, οἰχόμεθα. 175 CORO. Augusta, augusta noche, que concedes el sueño a los muy fatigados mortales, ven del oscuro abismo, 180 acude alada a la casa de Agamenón! Porque bajo los dolores y la desgracia estamos perdidos, perdidos 8. κτύπον ἠγάγετ : οὐχὶ σῖγα σῖγα φυλασσομένα στόματος ἄνα κέλαδον ἀπὸ λέχεος ἥ- 185 συχον ὕπνου χάριν παρέξεις, φίλα; 185 ELECTRA. Estáis haciendo ruido. En silencio, en silencio, conteniendo el vocerío de la boca lejos de este lecho, no nos dejarás la gracia serena del sueño, amiga? CORO. θρόει τίς κακῶν τελευτὰ μένει. Antistrofa 2.ª Di, qué fin aguarda a estas desdichas? 8 Sigo a Di Benedetto al adjudicar al Coro, y no a Electra, este ruego a la Noche. La tradición manuscrita presenta divergencias en la atribución de los mismos. Pero la siguiente frase de Electra «Estáis haciendo ruido» se entiende mejor poniendo la plegaria en boca del Coro.

θανεῖν θανεῖν, τί δ ἄλλο; οὐδὲ γὰρ πόθον ἔχει βορᾶς. ELECTRA. Morir, morir. Qué otro? Pues no tiene siquiera deseo de comida. πρόδηλος ἆρ ὁ πότμος. 190 190 CORO. Entonces es evidente su destino. ἐξέθυσ ὁ Φοῖβος ἡμᾶς μέλεον ἀπόφονον αἷμα δοὺς πατροφόνου ματρός. ELECTRA. Febo nos ha sacrificado al encomendarnos el asesinato lastimoso, criminal, de una madre parricida. δίκᾳ μέν. καλῶς δ οὔ. CORO. Acción justa quizá, pero impía. ἔκανες ἔθανες, ὦ 195 τεκομένα με μᾶτερ, ἀπὸ δ ὤλεσας πατέρα τέκνα τε τάδε σέθεν ἀφ αἵματος: 200ὀλόμεθ ἰσονέκυες, ὀλόμεθα. σύ τε γὰρ ἐν νεκροῖς, τό τ ἐμὸν οἴχεται βίου τὸ πλέον μέρος ἐν στοναχαῖσί τε καὶ γόοισι δάκρυσί τ ἐννυχίοις, ἄγαμος 205 ἐπὶ δ ἄτεκνος ἅτε βίοτον ἁ μέλεος ἐς τὸν αἰὲν ἕλκω χρόνον. 195 ELECTRA. Mataste, has muerto. Oh madre que me diste a luz! Has aniquilado al padre y a los hijos de tu propia sangre. 200 Pereceremos, iguales a cadáveres, pereceremos. Porque (dirigiéndose a su hermano) tú estás ya entre los muertos, y la mayor parte de mi vida se pierde en lamentos y gemidos 205 y sollozos nocturnos. Sin esposo y sin hijos, arrastro mi vida, amargada siempre. EPISODIO 1. (208-315). ὅρα παροῦσα, παρθέν, πέλας, μὴ κατθανών σε σύγγονος λέληθ ὅδε: οὐ γάρ μ ἀρέσκει τῷ λίαν παρειμένῳ. 210 Ὀρέστης ὦ φίλον ὕπνου θέλγητρον, ἐπίκουρον νόσου, ὡς ἡδύ μοι προσῆλθες ἐν δέοντί γε. CORIFEO. Mira, acércate a su lado, Electra, no sea gue haya muerto tu hermano sin advertirlo tú! 210 Pues no me gusta su excesivo desmayo. (Despierta Orestes.) ORESTES. Amable hechizo del sueño, alivio de la enfermedad, qué dulce acudiste a mí en este apuro! Oh soberano Olvido de los males, qué sabio eres 9, y 9 Se ha discutido si en esta invocación al «venerable Olvido» se alude a una divinidad, una figura procedente del mundo infemal, que recibía culto en Grecia (Weil) o bien la personificación de una entidad abstracta como la Ambición o la

ὦ πότνια Λήθη τῶν κακῶν, ὡς εἶ σοφὴ καὶ τοῖσι δυστυχοῦσιν εὐκταία θεός. πόθεν ποτ ἦλθον δεῦρο; πῶς δ ἀφικόμην; 215 ἀμνημονῶ γάρ, τῶν πρὶν ἀπολειφθεὶς φρενῶν. qué dios anhelado por los que sufren la desdicha! De dónde ahora llegué aquí? 215 Cómo he venido? No me acuerdo, abandonado por mi conciencia anterior. ὦ φίλταθ, ὥς μ ηὔφρανας εἰς ὕπνον πεσών. βούλῃ θίγω σου κἀνακουφίσω δέμας; ELECTRA. Queridísimo! Cómo me alegró que cayeras dormido! Quieres que te coja y te ayude a incorporarte? Ὀρέστης λαβοῦ λαβοῦ δῆτ, ἐκ δ ὄμορξον ἀθλίου στόματος ἀφρώδη πέλανον ὀμμάτων τ ἐμῶν. 220 ORESTES. Agárrame, agárrame, sí. Enjuga este fango espumoso 220 de mi amarga boca y de mis ojos. ἰδού: τὸ δούλευμ ἡδύ, κοὐκ ἀναίνομαι ἀδέλφ ἀδελφῇ χειρὶ θεραπεύειν μέλη. ELECTRA. Ya está. Es un dulce servicio, y no renuncio a cuidar con mano de hermana tu cuerpo de hermano. Ὀρέστης ὑπόβαλε πλευροῖς πλευρά, καὐχμώδη κόμην ἄφελε προσώπου: λεπτὰ γὰρ λεύσσω κόραις. ORESTES. Arrima tu costado a mi costado, y aparta de mi cara mis resecos mechones. Veo poco con mis pupilas. ὦ βοστρύχων πινῶδες ἄθλιον κάρα, 225 ὡς ἠγρίωσαι διὰ μακρᾶς ἀλουσίας. 225 ELECTRA. Lastimosa cabeza de sucia melena, qué aspecto salvaje tiene, con tanto tiempo sin lavar! Ὀρέστης κλῖνόν μ ἐς εὐνὴν αὖθις: ὅταν ἀνῇ νόσος μανίας, ἄναρθρός εἰμι κἀσθενῶ μέλη. ORESTES. Reclíname otra vez en la cama. Cuando cede el ataque de locura, estoy desconyuntado y desfallecen mis piernas. Esperanza (Schadewaldt). Traduzco por olvido la palabra Léthé, que en griego es femenina, y que por otro lado sugiere el olvido de los muertos, que han de cruzar el río Leteo al entrar en el Hades. Pero es también curioso que se califique al Olvido de sophós (un adjetivo que nuestro autor emplea mucho), porque Léthé es lo opuesto a Aiétheia, la «Verdad», la «realidad desolvidada».